En un contexto global donde la inclusión financiera es cada vez más relevante, México se encuentra en un proceso de transformación hacia la digitalización de los pagos. Según el informe ‘Ecosistemas de pagos digitales en América Latina y el Caribe’ del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), solo el 32% de los mexicanos ha adoptado esta tendencia; evidenciando desafíos pendientes en el país en materia de inclusión financiera. 

 

Estas cifras muestran tanto el avance como las barreras persistentes en la adopción de tecnologías financieras en México, ya que a pesar de los esfuerzos regulatorios y tecnológicos por promover los pagos digitales, el arraigado apego al efectivo sigue siendo un obstáculo significativo para su adopción generalizada. 

 

Uno de los factores que están influyendo en la preferencia de la sociedad mexicana por los pagos digitales, puede estar vinculado tanto a la cultura como al hecho de que, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 55% de la población ocupada en México se desempeña en la economía informal, la cual abarca desde pequeñas transacciones entre individuos hasta negocios no registrados oficialmente.  

 

En muchas comunidades y sectores de la sociedad mexicana, el efectivo es el medio preferido para realizar transacciones, por ofrecer una percepción de seguridad y control directo sobre el dinero intercambiado. Además, en entornos donde el acceso a servicios bancarios o electrónicos puede ser limitado o poco confiable, el efectivo se convierte en la opción más práctica y accesible para llevar a cabo transacciones financieras. Esto se refleja en la amplia aceptación del efectivo en mercados locales, tiendas de barrio y en interacciones informales entre individuos.

 

La inmediatez y tangibilidad del efectivo son factores clave por los cuales muchos mexicanos prefieren manejar físicamente su dinero. Destacó que al tenerlo de esta forma, les brinda una sensación de seguridad y control en sus transacciones financieras al permitirles tener una percepción directa del dinero, lo que les hace sentir que tienen un mayor dominio sobre sus ingresos. 

 

Por otro lado, la disponibilidad inmediata del efectivo  también permite realizar transacciones en cualquier momento y lugar, sin depender de servicios electrónicos o conexiones bancarias. Esta flexibilidad también le añade una percepción de control sobre las transacciones financieras, ya que las personas pueden gestionar su dinero de manera independiente y sin restricciones temporales o tecnológicas. 

 

Ante este panorama, la importancia de abordar las barreras infraestructurales y educativas con el objetivo de aumentar la penetración de estos medios de pago en la población mexicana. Entre los desafíos señalados por el empresario destacan la falta de acceso a servicios bancarios y tecnológicos, así como la educación limitada sobre el uso y los beneficios de los pagos digitales. 

 

Por último, la necesidad de desarrollar estrategias integrales que aborden tanto las barreras culturales y comportamentales como las barreras infraestructurales y educativas para impulsar la adopción de pagos digitales en México y promover una mayor inclusión financiera en el país.  

 

Dichas estrategias deberán incluir campañas de educación financiera, mejora de la infraestructura tecnológica y regulación efectiva para garantizar la seguridad y la accesibilidad de los pagos digitales para todos los sectores de la sociedad mexicana. 

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